“Para la gente como yo no hay un trabajo legal”

Compartimos la nota de Juan Manuel Ferreyra para Atento, un medio amigue de San Jerónimo.

Atento dialogó con una de las tres personas trans que Correo Argentino incorporará a su planta. Tiene 37 años y aunque trabaja desde los 14 nunca había estado en blanco.

Matilde tiene 37 años. Se define como una persona luchadora que a partir de los 12 tuvo que hacerle frente a la vida. Entre los 14 y los 30 vivió en un circo. Nunca tuvo un trabajo en blanco. En 2018 pudo obtener un DNI que reflejaba su identidad autopercibida, pero cuando hizo el cambio de domicilio a Carcarañá la volvieron a inscribir con el nombre que tenía al nacer. La semana pasada se conoció que, junto a otras dos personas trans de la región, ingresará a trabajar en Correo Argentino.

La situación laboral del colectivo trans en el país es muy precaria, eso no es ninguna novedad. Recién en el último tiempo se han comenzado a generar políticas de estado para incluir a este sector en el mundo del trabajo formal, pero esto no alcanza para solucionar una situación de exclusión que conduce, casi indefectiblemente, a la marginalidad, e incluso, a veces, a la muerte.

Hace un tiempo Augusto Rufer, joven dirigente del Partido Justicialista, relevó el caso. Unas semanas más tarde, por intermedio del Sindicato de Correos y Telecomunicaciones y la exsenadora nacional María de los Ángeles Sacnun, Matilde tuvo la posibilidad de ingresar en este programa. “Nunca tuve un trabajo en blanco; esta posibilidad me abre nuevas puertas y me pone muy feliz”, manifiesta.

Sin embargo no todas las personas trans acceden a estos programas; la gran mayoría no tiene muchas opciones y se termina dedicando a la prostitución. “Muchas opciones no hay. He golpeado muchas puertas en la ciudad y no hay posibilidades”, describe Matilde. Hay muchas personas trans fuera de las grandes ciudades, aunque parecen invisibilizadas. “Gracias al trabajo que he tenido en el circo conocí a mucha gente en la misma situación que yo”, afirma.

La situación de las personas trans en las ciudades más pequeñas de nuestra región tiene complejidades particulares: por un lado, la habitual discriminación que sufre el colectivo es más evidente al no existir el anonimato de las grandes urbes. También se complica acceder al trabajo y a la asistencia en materia de salud. Matilde asegura que “las ciudades grandes son un poco más tolerantes”.

La incorporación de Matilde y otras dos personas trans a la planta de Correo Argentino es un pequeño paso para la dignidad de uno de los sectores más postergados de la sociedad, pero seguramente es un paso gigantesco para la vida de tres seres humanos.

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