Compartimos la nota de Sin Cerco realizada en el marco del un nuevo aniversario de la sanción de la ley de Identidad de Género.
Por Candela Dolores y fotografía de Cristian Maiola para Sin Cerco
Marian Gómez Sibiglia participó el sábado pasado de un panel organizado por el espacio de mujeres y de diversidades de La Corriente Nacional de Militancia. En el Club Banco de Santa Fe, se llevó a cabo el primer encuentro del ciclo ‘Deporte, género y cultura’, encabezado por la concejala rosarina Norma López y por Inés Arrondo, secretaria de Deportes de la Nación. La periodista local Sonia Tessa moderó el debate entre Diego Peralta, secretario de Deporte de la Liga LGBTIQ+; Marian Gómez Sibiglia, jugadore de rugby; y Sofía Campos, trabajadora nodocente de la Dirección General de Deportes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
El perfil de Marian Gómez se hizo viral cuando se difundió la noticia de su detención arbitraria en el año 2017, luego de que besara a su esposa en la estación de subte de la Línea C, en el barrio porteño Constitución. Como suele ocurrir en esos casos de abuso de poder por parte de la policía, la carátula fue “resistencia a la autoridad”; pero, en realidad, se trató de un hecho de violencia institucional con un paradigma marcadamente lesboodiante. Los efectivos policiales inventaron que estaba fumando en un lugar inadecuado para generar el altercado que atentó contra su libertad ambulatoria.
A Marian no le gusta andar contando cada dos por tres que fue en cana, ni que le estigmaticen por eso. “Yo no quiero andar diciendo por el mundo que soy trans”, cuenta en una de sus intervenciones en la charla-debate de La Corriente. Rezonga de las divisiones socioculturales por matrices sexogenéricas y desafía: “Que la cultura deje de estar separada por géneros y de encasillarnos como si solamente tuviésemos ese rol”. En un rato dirá que, más allá de su género, su rol en la sociedad es perseguir la equidad.
“Los discursos de odio son conocidos”, advierte en torno al cisheteropatriarcado. Más tarde, contará en una entrevista exclusiva para este portal web por qué cree que, ante el supuesto “beso lésbico”, la detención fue a elle y no a su esposa: “Por lo que leen de afuera, los roles, una expresión de género más masculina”. Cuando habla de masculinidad o de femineidad lo hace entre comillas y aclara que se refiere a los roles con los que la cultura encasilla ciertas formas de vivir los géneros en un binarismo inescapable.
El tema por el que fue convocade a la actividad de hoy es cómo habitan las diversidades y disidencias el deporte y la cultura. Insiste en lo problemático que es la categorización binaria y cómo se le imprime al género un valor de diferencia. Aunque no se limita a hablar de lo genérico para denunciar las desigualdades: “No solo es una división de género, es educacional, regionalista, económica, social, cultural, capacitista”. En torno al capacitismo, aporta que está cursando la Diplomatura en Lengua de Señas y reflexiona: “Nuestra cultura oyente excluye”. En cuanto al sistema capacitista, exhibe cómo la mayoría de los canales no tiene intérpretes ni subtítulos. En minutos, opinará que “los medios de comunicación son la pata principal para entrar en las casas”. Cuando sea consultade sobre una proyección utópica, evaluará que el horizonte de que en los medios hegemónicos de difusión se instale el lenguaje no binario es más lejano que la posibilidad de integrar intérpretes y/o subtítulos.
Marian se presenta como una persona trans no binaria; sin embargo, no le gusta tener que aclarar lo que es. Sobre las diferentes formas de nomenclar las identidades, elle sugiere escuchar, práctica que recomienda sobre preguntar con qué pronombre se identifica tal o cual persona. En un momento, en el panel brotan interpretaciones sobre los discursos de odio y, en cuanto a las lógicas algorítmicas, comenta: “Viralizamos el odio que queremos rechazar”. Y agrega: “No es gratis tirar odio”.
Con respecto a la disciplina deportiva señala que “el deporte es político”. Luego indica que las identidades diversas siguen ocupando lugares y poniendo en tensión políticas que incomodan a la cisheteronorma. También añade: “Es importante no dejar estas charlas acá y llevarlas a cada lugar que habitamos, visibilizar los derechos que tenemos, que son derechos por los que luchamos”. Este tipo de conversación, desde su óptica, sirve para demostrar que las disidencias son un montón, existen y quieren algo diferente.
Gómez Sibiglia lateraliza las condiciones de acceso a la práctica del deporte e introduce la lógica adultocéntrica. Dice que para sacar a les pibis de la calle hay que tener políticas públicas deportivas con perspectiva en niñez. Le da relevancia a cómo se nombra a una persona por fuera de su Documento Nacional de Identidad (DNI) y pone en manifiesto las obstaculizaciones que significan los formularios binarios para “inscribir a una niñez en un deporte”. “Ser heterocis no es lo normal, no es estar bien, es una posibilidad”, apunta. Al instante, siembra una polémica: “En muchos aspectos, las personas trans entran en el binarismo”.
Acerca de su experiencia personal, recalca: “Nunca participé en un deporte no hegemónico, siempre con formulario”. En esa línea, dice que su día a día es una performance constante. “Es difícil habitar un mundo binario con esta expresión de género”, profundiza. Y hace hincapié en el vocabulario del sistema, que caratula como “profundamente dañino”. “Me molesta mucho cuando hablan de las matrices de las corporalidades ajenas”, increpa. Habla de los “cuerpos permitidos” y se pregunta cómo desmarcar a la competencia de la violencia, acaparada por lo que llama “gueto de masculinidades”. Por último, marca la diferencia entre un fútbol masculino con jugadores que ganan millones y un fútbol femenino que “de pedo pasan en la tele”.
Una vez que culmina el panel y luego de haber abierto el micrófono para habilitar preguntas y aportes, una parte de la convocatoria de la actividad se queda un rato en el club para comer choripán y tomar cerveza. En una mesita relegada de la cancha y mientras fuma un pucho, Marian Gómez cuenta que el rugby es su deporte preferido, pero que también jugó mucho al fútbol y que le encanta mirar básquet y tenis, entre otras disciplinas. No cree que haya una relación específica entre el deporte y su identidad de género, elle persigue la equidad, la universalidad y la federalización en el ámbito deportivo. Además de “incluir el género”, busca incorporar “la discapacidad”.
Hace un rato, tras las intervenciones de sus colegas, Marian aplaudió en lengua de señas. Cree que tal lenguaje se reconcilia con el no binario en la exclusión y en la invisibilización. “Hay leyes que no se cumplen”, socava. No le interesa la potencial segregación deportiva que proponen algunos discursos derechosos; ante la chance de que se establezca una categoría trans o acaso disidente, esgrime: “Todes deberíamos poder jugar en el mismo lugar”. Pone el foco en la falta de equidad y reniega de los intentos estériles de persuadir a quienes son incapaces de ser persuadides: “Porque pensemos de una manera no tenemos que convencer a otres”.
Al ser interrogade sobre el carácter recreativo que suelen tener las prácticas deportivas disidentes y su potencial incorporación a la competencia, responde: “Creo que la disidencia tiene que estar dentro de este sistema, no podemos ser una isla aparte”. En el año 2021, Marian Gómez Sibiglia empezó a trabajar en el Área de Género del Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM), a partir del decreto nacional de Cupo Laboral Travesti Trans. Hoy labura para “hacer visibles esas vulnerabilidades que oprimen”. Más que militante, se autopercibe “activista por los derechos infantiles y contra el abuso sexual infantil”. Dice que lucha por eso desde que pudo hablar, alrededor de los 19 años, luego de haberlo sufrido en carne propia. Los perpetradores del delito sexual cumplieron sus condenas de 8 años entre la cárcel común y la prisión domiciliaria a la que accedieron durante la pandemia.
A sus 30 años, Marian se enfoca en la vulnerabilidad de ciertas clases sociales en torno al abuso sexual infantil y exhibe un dato preocupante: solamente el uno por ciento de las personas que cometen abusos sexuales a infantes llegan a juicio. Repudia que, para la construcción estadística, nada más quienes reciben una condena firme son considerades pedófiles. Mientras las cárceles están “llenas de pobres” que roban, el 99 % de les pedófiles se encuentran impunes y sin ser considerades como tales. Además, disputa un sentido elemental en torno a las integridades física y psíquica de las infancias: jaquea el concepto de “pornografía infantil”, ya que no se trata de pornografía, sino de abuso sexual infantil (ASI), presentado como un objeto de consumo donde se ejercen violencias explícitas contra las niñeces y contra las adolescencias.
Una de las consignas que dividen las aguas aparentemente serenas de los feminismos en la actualidad es la discusión entre el regulacionismo del trabajo sexual y la abolición de la prostitución. Sobre eso, asevera: “Para mí, abolicionismo al Estado prostituyente, no a nuestres compas que sobreviven diariamente, abolicionismo al proxenetismo”. Sobre el final del diálogo, Marian afirma que la emergencia en materia de prevención del ASI es instalar ya mismo en todas las escuelas la Educación Sexual Infantil (ESI). Afuera vuelve a lloviznar, mientras elle se alista para pasar la noche en Rosario. Mañana se tomará el micro que le conducirá de nuevo a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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