“Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”.

– “Shakira es una resentida y está para más”

– “Papá, yo no te pedí tu opinión”.

Claro, ese “papá” era el Piqué de esa ex y la madre de esa niña seguía siendo su sesión 53. No hubo Rolex, ni Casio -podría evocar esa canción que dice “si es cuestión de confesar creo que alguna vez fui infiel, juego mal hasta al parqués y jamás uso reloj…”
 En materia automovilística solo se disputó un gol viejo y bastante descuidado.

El condimento de la infidelidad es casi un paso de comedia en todo eso que fue un gran drama. La única forma en que esa mujer logró que ese hombre se fuera de la casa que compartían, fue a través de descubrir que era cornudade nuevo. Ni siquiera se le ocurrió tararear “Mis días sin ti son tan oscuros, tan negros, tan grises, mis días sin ti…” Pero si reversionó otra “me dejaste una trucha de suegra, la chusma en la puerta y la deuda en la EPE”. Deudas de luz, agua, gas, patentes y seguro ponían de manifiesto que durante años no solo la había maltratado y denigrado, también le robó.

“No, no intentes disculparte, no juegues a insistir. Las excusas ya existían antes de ti. No, no me mires como antes, no hables en plural, la retórica es tu arma más letal…”

A ella no le quedó otra que facturar. Según el lugar que ocupemos en la sociedad facturamos de forma distinta. Ella facturó trabajando mil horas al día y su objetivo era mostrarle a ese violento que se fue escupiendo:“sola no vas a poder”, entre risas socarronas, que “una loba como yo no está pa´ tipos como tú”.

Por supuesto y siguiendo el manual de todo machirulo de bien, a l@shij@s que tienen en común los abandonó. Ella cada vez más “bruta, ciega, sorda muda, torpe, traste, testaruda” se hundió en la oscuridad de la rutina que fue implacable.

 Un día se encontró sentada en una silla, terminando una botella de vino que había abierto a las seis de la tarde; su existencia se reducía al calendario escolar, actividades extracurriculares y la mirada triste y perdida en la lontananza de todo lo que no fue. Al otro día sus amigas le crearon una cuenta en Tinder, la loba comenzaba a aullar. “Al fin he encontrado un remedio infalible que borre del todo la culpa, no pienso quedarme a tu lado mirando la tele y oyendo disculpas. La vida me ha dado un hambre voraz y tu apenas me das caramelos, me voy con mis piernas y mi juventud p´allá aunque te maten los celos…” Posiblemente las experiencias sexo afectivas a través de una Appfueran, al menos, poco posibles. Pero a ella la vinculaban con algo del orden del deseo, una “MILF” había nacido “Tengo tacones de aguja magnética para dejar la manada frenética” se podrían haber combinado con “perdón, ya cogí otro avión, aquí no vuelvo, no quiero otra decepción…

En esa historieta de deseo, destrucción y reconstrucción que atravesaba, el machirulo alfa nunca dejo de intervenir para romper cualquier posibilidad que ella tuviera de concretar una nueva relación- “Si no sos mía no sos de nadie” y los golpes apuntaban a lo que ella más la hería, sus hij@s”.  A la justicia le cabría “Te felicito que bien actúas, de eso no me caben dudas, con tu papel continúas…”, agregaría: papel patriarcal.

Aprendió a divertirse,poner a todo volumen “Yo soy loca con mi tigre, loca, loca, loca” y disfrutar del silencio y la soledad. “El octavo día dios después de tanto trabajar, para liberar tensiones, luego ya de revisar. Dijo todo está muy bien es hora de descansar. Y se fue a dar un paseo por el espacio sideral…

Su lucha es no más “saludar al vecino, acostarse a una hora, trabajar cada día para vivir en la vida…

Ella la sigue peleando y utiliza con ironía el “soy sola”, pues nunca lo estuvo. Tiene su manada que le recuerda que “un día después de la tormenta, cuando menos lo piensas, sale el sol. De tanto sumar, pierdes la cuenta. Porque uno y uno no siempre son dos…”.

Por Guada González

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