Todos los fines de semana, las brujas gambetean y patean al arco cada vez que se les presenta una oportunidad de hacerse visibles. La Brujita las mira, las observa y sabe perfectamente de su semi profesionalización; sin embargo, a sabiendas de las desigualdades, les exige.
La Brujita es vicepresidente de un importante club argentino de fútbol, donde ―según cuenta la leyenda― varios de sus aficionados pinchaban ratas de laboratorio. La Brujita apuesta y conoce tanto el mercado que tiene la certeza de que ningún negocio nace sin inversión.
En agosto del 2022, durante una asamblea en la prestigiosa institución que la Brujita dirige, otra bruja preguntó cuál era la perspectiva de la dirigencia en torno a la inversión en el fútbol femenino. Muy enardecida, la Brujita respondió lo siguiente:
“Saquemos el romanticismo y todas las cosas que se hablan del amateurismo. El fútbol es un negocio. Como negocio tiene que ser redituable; sería muy difícil para el fútbol masculino, sin sus ingresos, tener lo que tiene. Entonces, el femenino tiene que tener la misma fuente de negocio para poder reinvertir, porque si no es muy difícil”.
Y continuó:
“Se carga el club de los costos que tiene el fútbol femenino, como también, muchas veces, lo que pasa con los demás deportes. Muchas veces se pide mucho al club en esto y para que el fútbol femenino, en definitiva, pueda crecer, realmente tiene que venir de una fuente de negocio que sea redituable. Porque si no, nos quedamos siempre con el discurso del romanticismo, de que tiene que crecer, de que tiene que ser profesional. La realidad es que no es profesional, para nada es profesional”.
Las desafortunadas declaraciones no hicieron más que irritar a las brujas, porque ellas no romantizan, no son ingenuas y viven en carne propia incontables limitaciones a la hora de exigir derechos.
La Brujita es grande y como adulto conoce perfectamente la escasez de recursos de los planteles femeninos. Aun así, se empeña en provocar. Parece no recordar lo que ocurría en el mercado de pases cuando su padre brillaba como jugador.
¿Qué le molesta a la Brujita? ¿Por qué se enoja tanto? ¿Será que las brujas
reclaman algún que otro derecho?
Las brujas ―según la Brujita― parecen ser buenas e inofensivas cuando están calladas. Pero a medida que crecen y se hacen más brujas, la Brujita se molesta.
Las brujas reclaman, exigen ser profesionalizadas y reconocidas como tales. Un día de noviembre de 2022 las brujas se congregaron en la puerta del Congreso de la Nación Argentina y, a modo de aquelarre futbolero, exigieron mejores condiciones laborales, entre muchas otras cosas. Si hay algo que saben hacer las brujas es resistir; las ocasiones desbordan y los recursos escasean. Porque el VAR que asiste a las brujas no sanciona desigualdades.
La Brujita se enfada y se deja influir por las membresías que calan en reglamentos de heterosexualidad obligatoria, garra/huevos y masculinidad. Todo lo demás, como saben muchas brujas, será falta, será sinónimo de expulsión. Está lleno de brujitas por todos lados, algunas un poco menos nocivas que otras.
Las brujas tejen redes, cuelgan banderas con el flamante arcoíris, hablan de su orientación sexual de manera desprejuiciada, trazan lazos y se mueven al ritmo de su propio deseo.
Son el devenir de botines rezagados que ―pura coincidencia― durante el Mundial Femenino de México de 1971 dio origen a la Bruja del 71 ―o, mejor, a las Brujas del 71― cuando una delegación de jugadoras argentinas disputó su primer mundial, marcando una proeza deportiva al ganar por cuatro tantos contra uno a Inglaterra.
Aún falta mucho, es verdad. Pero las brujas militan, resisten y se activan para que ningún dirigente venga a desencantar el terreno de juego.
Será hora que al igual que Qatar 2023, varias se suban a la Brujineta a título de limpieza energética para contrarrestar inequidades. Pero no olvidemos que para conjuros de igualdad no existen recetas mágicas.
Por Julia Moscatelli

*Fuentes:
Mundo Deportivo
Disponible: https://www.mundodeportivo.com/us/futbol/20221017/21832/leyendainternacional-envuelto-polemica-critica-futbol-femenino.html
Silvia Federici (2010) Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación primitiva. Traficantes de sueños.
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