El conflicto en Ucrania

Ante la necesidad de entender qué está pasando entre Rusia y Ucrania, consultamos a la Doctora en Filosofía especialista en geopolítica de los conflictos armados: Adriana Rossi, que nos irá explicando a través de una serie de notas por qué se llega a esta punto y qué pasa con esta ¿guerra? que nos asusta.

Por Adriana Rossi*

Rusia lanzó un ataque militar en Ucrania el 23 de febrero, después de haber reconocido como Estados independientes a las repúblicas rusófonas de Lugansk y de Donetsk en la región semiautónoma del Donbas en la frontera este con la Federación rusa. Acto seguido firmó un acuerdo de ayuda mutua en el sector seguridad. Al día siguiente, Rusia emprendió una “operación militar especial” que los países occidentales califican de invasión, la cual está llevando a la tropa rusa hasta Kiev -capital de Ucrania-luego de haber interferido las comunicaciones y haber inutilizado infraestructura naval y aérea.

Alrededor de estos hechos se tejieron dos tipos de argumentaciones: las de Occidente con Estados Unidos a la cabeza, que predominan en los medios de comunicación, y las de Rusia que quedan ocultas.

Según Occidente, Rusia, más bien Putin, quiere apoderarse de Ucrania, instalar un gobierno títere, aumentar su influencia en el este europeo y destruir la democracia.
Rusia, en cambio, afirma no tener intención alguna de ocupar Ucrania. Dos son sus objetivos: el primero es “desmilitarizar” para impedir que Ucrania se convierta en una amenaza para la seguridad nacional rusa; el segundo es “desnazificar” para proteger a la población rusófona del Donetsk y de Lugansk de los ataques permanentes y sanguinarios que se enmarcan en una estrategia de aniquilación, que bien puede ser definida como genocida, de parte de milicias nazistas.

La desmilitarización

El mayor peligro que Rusia percibe es la posibilidad de que Ucrania ingrese a la OTAN -Organización del Tratado del Atlántico Norte, organismo político-militar que reúne a los países europeos y a los Estados Unidos- lo cual significaría concentración de tropas, instalaciones de bases militares, despliegue de armamentos, incluyendo misiles, (un misil lanzado desde Ucrania llegaría en cinco minutos a Moscú) por parte de una alianza que se creó para contener y eventualmente enfrentar a la Unión Soviética en la época de la Guerra Fría. A pesar de la caída del bloque socialista, la OTAN se mantuvo y hasta se amplió. 

Esa ampliación es lo que Rusia denuncia, sosteniendo que al caerse la Unión Soviética y al desintegrarse el bloque socialista, hubo un acuerdo de “caballeros” entre Estados Unidos y Rusia, nunca puesto sobre papel a pesar de los reiterados pedidos de parte de Moscú. La OTAN afirma que el acuerdo es un mito.

En dicho acuerdo la Alianza Atlántica se comprometía a no expandirse hacia el este de Alemania. A pesar de ello, a partir de 1999, en cinco ocasiones la OTAN fue incorporando a los países que pertenecieron al Pacto de Varsovia -Pacto militar con la Unión Soviética-, avanzando hasta las fronteras con Rusia, en base a una política de “puertas abiertas” que permite el ingreso a los países que lo requieran. Y Ucrania pidió ser admitida como miembro pleno, aunque no lo logró aún. Rusia quiere evitar esa incorporación para impedir ser cercada por una OTAN, cuya política es considerada hostil hacia ese país.

La desnazificación

Cruz Gamada

Operan en Ucrania grupos paramilitares que se reconocen como nazistas y enarbolan banderas con la cruz gamada.
Muy activos, se manifestaron y contribuyeron al golpe de Estado del 2014 que derrocó al presidente proruso Viktor Yanukovich y que pemitió el acercamiento de Ucrania a la esfera occidental

El gobierno del presidente Volodimir Zelensky los apaña. El 2 de noviembre del 2021 nombró a Dimitro Yarosh -fundador del partido nazi Pravy Sector (Sector Derecha)- como consejero del Jefe de las Fuerzas Armadas. Yarosh ha orientado los bombardeos hacia la región rusófona del Donbass llevados a cabo por el Batallón Azov filonazi cuyo comandante, Andrei Biletsky, se hace llamar el “Führer Blanco”. Biletsky ha sido nombrado coronel de la Guardia Nacional.

Ante esta situación Rusia eligió la vía militar, después de haber transitado inútilmente las vías diplomáticas.

Los acuerdos de Minsk

Como resultado del golpe de estado del 2014, hubo protestas en la región del Donbass que escalaron en conflicto y que determinaron la autoproclamación de las Repúblicas Populares del Donetsk y de Lugansk. Para poner fin a los enfrentamientos se realizaron dos reuniones en la ciudad de Minsk en Bielorusia que dieron lugar a los “Acuerdos de Minsk”. Estos acuerdos fueron firmados `por Ucrania, Rusia y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, OSCE y preveían: el cese de las hostilidades, retiro de combatientes incluidos los mercenarios, reconocimiento de un estatus especial provisorio a Lugansk y Donetsk, monitoreo y creación de una zona de seguridad en la frontera ruso-ucraniana.
Los «Acuerdos de Misnk» nunca fueron aplicados, es más, Zelensky los desconoció.

Rusia siguió insistiendo y advirtiendo de la necesidad de encontrar acuerdos, pero hubo oídos sordos del otro lado, sobre todo de los Estados Unidos.

Qué teme Estados Unidos

Más allá de las afirmaciones, más que consabidas sobre seguridad, democracia y paz, las preocupaciones de Washington son las siguientes: según afirma el analista del Washington Post: Robert Kagan, si Moscú llegara a obtener el control de Ucrania, las fuerzas rusas se desplegarían a lo largo de las fronteras con Polonia, Eslovaquia, Hungría, frontera norte de Rumania y se concretaría un puente terrestre con Transnitria, otro lugar conflictivo con aspiraciones separatistas en Moldavia. Los países bálticos se encontrarían bajo presión rusa. Situación espejo de la que vive Rusia actualmente. Este nuevo escenario debilitaría las capacidades militares de los Estados Unidos y de la OTAN en esos países fronterizos. Inevitables serían las negociaciones con Rusia y el diseño de una nueva arquitectura de seguridad europea.

A esta situación percibida como conflictiva se añaden las preocupaciones hacia China, país que no se ha desmarcado de Rusia, en pos, según los Estados Unidos, de alterar el equilibrio en el este asiático con la cuestión de Taiwán. China podría aprovechar la distracción actual de los Estados Unidos, concentrados en el este europeo, para avanzar sobre Taiwán y el Mar de la China.

En definitiva, la preocupación es que Rusia y China -que han estrechado acuerdos en los días de las Olimpiadas- tengan el objetivo de cambiar el orden internacional con lo cual, supone Washington, el mundo caería en el caos.

Conscientes de eso, los Estados Unidos han tratado de crear un cerco a Rusia, intentando desestabilizar en Asia a Kazajistán, gran aliado de Moscú, y que comparte con Rusia una de las fronteras más largas del mundo y de difícil control, para que mercenarios y yihadistas puedan luego insertarse y desestabilizar a Rusia. 

Al final de cuentas lo que está en discusión es si el mundo va a ser multipolar como auguran Rusia y China o los Estados Unidos vuelven a ser la única potencia hegemónica a nivel mundial.

¿Hacia dónde vamos?

Ya es guerra. Las tropas rusas han llegado a Kiev que resiste. Hay una táctica de guerrilla de grupos armados en defensa de la ciudad. La OTAN no puede intervenir por no ser Ucrania miembro de la Alianza, pero está movilizando tropas, armamentos, muchos de los cuales llegan a Ucrania. Según afirma su Secretario general: todo lo hacen para estar preparados por si hay algún ataque a un país miembro.
Estados Unidos decide sanciones, al comienzo tibias, y cada vez más fuertes acompañados por su ad latere, Gran Bretaña. Son sanciones económicas que pueden dañar en parte a la economía rusa, pero, como afirman muchos de los analistas norteamericanos, que no pueden de ninguna manera ser tildados de prorusos, pueden transformarse en un boomerang, sobre todo para la Unión Europea que muestra fisuras. Una Unión Europea que, por no haber podido construir una propia identidad política, queda atrapada entre el poder de los Estados Unidos y la vecindad, y la dependencia comercial y sobre todo energética de Rusia. 

Las tensiones van in crescendo. Biden no cede, va a sacar del sistema SWIFT de circulación financiera a Rusia creando probables turbulencias en el sector a nivel mundial. Rusia responde poniendo en estado de alerta máxima a las fuerzas de disuasión que manejan armas convencionales y atómicas. 

El juego está abierto. Un juego que pone en jaque a la humanidad. Su final es desconocido.

*Adriana Rossi es Doctora en Filosofía especialista en geopolítica de los conflictos armados

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